Aunque en los últimos años son varias las autopistas españolas que han eliminado sus peajes, lo cierto es que aún quedan unas cuantas vías en nuestro país que exigen el pago de una determinada cantidad de dinero para circular por ellas. Una realidad que cada vez que estrenamos calendario es motivo de debate y que, en este 2023, tiene además doble carga: el significativo aumento de las tarifas y el melón que se abrirá, más pronto que tarde, con el pago por uso de las autovías de toda la geografía.

Subidas del 4%
Empecemos por lo más inmediato. Desde el 1 de enero del recién estrenado año, las autopistas estatales presentarán costes más elevados. Sobre el papel, el incremento de los precios es de un 8%, reclamado por las concesionarias conforme a lo estipulado en los contratos, que obligan a revisar los precios con el IPC. Sin embargo, el Estado asumirá la mitad de ese incremento, quedándose en la mitad (un 4%) y compensando por tanto a los operadores.
La subida se aplicará a la AP51, AP61, AP53, AP66, AP7 Alicante-Cartagena, AP7 Málaga-Guadiaro, AP68 y AP71, AP9, AP6 y AP46. También se aplicará el mismo incremento del 4% a tres autopistas en las que debería trasladarse un alza superior, del IPC más un 1%, para afrontar créditos u obras de mantenimiento. Hablamos de la AP7 Alicante-Cartagena, la AP46 Alto de Las Pedrizas-Málaga y de la Autopista del Atlántico AP9. En cuanto a las autopistas que gestiona Seittsa (la encargada de las autopistas quebradas), el Gobierno ha decidido congelar los peajes en enero.
Con todo, se trata de la subida más importante de los últimos 30 años.
El nuevo horizonte de los peajes en 2024
Y, como apuntábamos al principio, el otro gran tema es la segura llegada de los nuevos peajes en las autovías, que se suponía debería establecerse en España antes de 2024, dentro del compromiso con la Unión Europea por parte del Gobierno como parte de la negociación de los fondos de recuperación.
Sin embargo, desde Moncloa ya han descartado ponerlo en marcha en lo que queda de legislatura. Esos sí, en el Ministerio de Transportes ya se está preparando el mecanismo para implementar el modelo de pago, que previsiblemente quedará listo antes de las elecciones generales y en el que ya se ha descartado un modelo privado.
La razón, de este retraso, según apuntan desde varios medios que se hacen eco de las previsiones del Ministerio, es que no se dan las “condiciones necesarias”. Ni es el momento “económico y social” idóneo, ni ayuda el “contexto político”, con elecciones autonómicas y municipales en mayo y generales, con toda probabilidad, a finales de año.
Entre los sistemas de pago más factibles aparecen dos posibles fórmulas de financiación, presentes en otros países del entorno europeo. La primera es el denominado sistema de viñeta, que supone realizar un pago puntual, bien mensual, trimestral o anual, independientemente de las veces que se transite por la autovía.
Se trataría, eso sí, de un sistema transitorio para, a continuación, implantar un peaje por distancia recorrida (muy probablemente a través de los llamados arcos de peaje que ya se usan en Portugal). Estos dispositivos registran la distancia recorrida por los vehículos y realizan un cargo en una tarjeta de crédito aportada por el usuario, cumpliendo con la premisa de que pague más quien más utilice la infraestructura y, por extensión, quien más contamina.
El escenario de los peajes en España cambia casi cada año, por lo que deberemos esperar unos meses más para ver cómo evolucionan las previsiones que hacemos hoy.